Recordando el 11 de Septiembre

Cada generación tiene sus momentos que la definen. Las pasadas recuerdan dónde estaban cuando el hombre llegó a la luna, cuando mataron a Trujillo o a Kennedy.

Para mi generación el 11 de septiembre del 2001 es posiblemente esa fecha, porque crecimos en tiempos de relativa paz, sin revoluciones ni dictaduras (aunque muchos debatirán esta afirmación, pero ese no es el espíritu de mi comentario) hasta ese entonces, el terrorismo era un concepto ambiguo que ocurría en lugares muy específicos del planeta: Irlanda, la ETA en España...

Recuerdo que cuando el primer avión chocó contra una de las torres yo estaba en Teleantillas preparándome para grabar una promo para los Latin Grammys que se entregarían en la noche. Parecía más bien una noticia curiosa, una avioneta, pensamos. Cuando se produjo el segundo choque, el humor en el canal cambió. Todos nos dimos cuenta de que estábamos ante una noticia seria. Mi amigo Sergio Beras Quezada, productor, me informó que el canal iba a suspender su programación regular y comenzar a cubrir en vivo. La promo se canceló y un poco más tarde seguíamos debatiendo el premio pero pasadas un par de horas la conclusión era obvia: los premios se pospondrían. De hecho nunca se celebraron, la academia informó los ganadores unas semanas más tarde, sin ceremonia.

Hasta que la tecnología nos permitió ser testigos oculares de una catástrofe sin precedentes visuales, nos sentimos seguros. El mundo cambió después del 11 de septiembre, y aunque hay cientos de teorías sobre los responsables reales, los hechos no cambian. Dos colosos de concreto y metal se esfumaron delante de nosotros y miles de personas dejaron de existir en un momento.

Vivimos la desesperación de los que estaban allí, los que prefirieron saltar, los entrevistadores que no sabían cómo entrevistar porque la tragedia era demasiado grande para procesar.  Lo vimos todo desde la comodidad de nuestros hogares o sitios de trabajo, sintiéndonos impotentes, y al mismo tiempo sintiendo la necesidad de hacer algo.

Tuve la oportunidad como ya comenté previamente, de visitar el terreno donde estuvieron las torres unos meses después de la tragedia. Había un vacío inexplicable allí y el efecto era el mismo para todo el que llegaba. Nadie pronunciaba una palabra, aquel terreno vacío pesaba demasiado en nuestros espíritus.

La frase con la que los norteamericanos han querido preservar la fecha es "Never Forget". La realidad es que la frase está de más y quizás sea aplicable solo para la generaciones futuras, porque los que de una forma u otra lo vivimos,  nunca olvidaremos el 11 de septiembre.

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