Ese genio del marketing llamado Thomas Dewar.


Luego, cuando el
cine estaba en pañales en el 1898, consiguió crear y proyectar el primer
anuncio de una bebida en la pared del edificio Pepper, en Herald Squeare en la
emblemática ciudad de New York.
Se estableció por
décadas en Londres, donde creó una de las primeras gigantescas publicidades
eléctricas, pero mi anécdota favorita es, a su llegada a la ciudad, contrató un
grupo de actores quienes iban a los diferentes bares pidiendo el whisky que en
ese momento era desconocido. Al dia siguiente llegaba el Sr. Dewars a ofrecer
su producto y el dueño recordaba que se un grupo se lo había pedido.
Naturalmente una campaña muy agresiva que funcionó porque se trataba de un
producto de calidad, porque de lo contrario hubiese sido un fracaso, los bares
huebieran adquirido un inventario que nunca hubiese salido.
Otra de sus
acciones innovadoras fue estampar en las ruedas de bicicletas y carretas el
nombre de la marca, de forma tal que al estos pisar algun charco (Y recuerden
que en Londres llueve constantemente) el vehículo iba dejando en el piso el
estampado con la marca.
Al final la marca
ha terminado siendo una de las más importantes del planeta, en ventas y
reconocimientos. Una muestra de lo que
se logra cuando un equipo de trabajo está balanceado y se saca el máximo
provecho a las diferencias individuales. Que viva la creatividad.
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